martes, 25 de febrero de 2014

Manuel de Falla

 


Infancia y juventud

Manuel María de los Dolores Falla y Matheu nació el 23 de noviembre de 1876 en el domicilio familiar de la Plaza de Mina número 3 en Cádiz, hijo de José María Falla y Franco y de María Jesús Matheu y Zabala. Recibió sus primeras lecciones de solfeo de mano de su madre, intérprete de piano, y su abuelo. A los 9 años de edad continuó sus estudios musicales con una profesora de piano llamada Eloísa Galluzo. Además su nodriza le enseñó nanas y canciones populares que dejaron huella en él. En 1889 prosiguió sus estudios de piano con Alejandro Odero. A los quince años sus intereses eran principalmente la literatura y el periodismo. Con un grupo de amigos fundó la revista literaria "El Burlón" y en 1890 participó en una segunda titulada "El Cascabel", que terminó dirigiendo.

Traslado a Madrid

A partir de 1896 comenzó a viajar a Madrid, donde asistió al Real Conservatorio de Música y Declamación. Ese mismo año se trasladó definitivamente a Madrid, donde al año siguiente finalizó con honores sus estudios en el Conservatorio.  En 1899 terminó los estudios oficiales en la Escuela Nacional de Música y Declamación y obtuvo, por unanimidad, el primer premio de piano de dicho centro. Por esa época, el joven músico añadió el "de" a su apellido, con el que sería conocido.
Debido a la precaria situación económica de la familia, comenzó a impartir clases de piano.En 1901 conoció a Felipe Pedrell, quien tendría notable influencia en su posterior carrera ya que despertó en él el interés por el flamenco y, en especial, por el cante jondo.
Los años de estudio en la capital española culminaron con la composición, en 1904, de la ópera La vida breve, en colaboración con Carlos Fernández Shaw, que se hizo acreedora del primer premio de un concurso convocado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Aunque las bases del concurso estipulaban que el trabajo ganador debía representarse en el Teatro Real de Madrid, Falla hubo de esperar ocho años para dar a conocer su partitura, no en Madrid sino en Niza (Francia).
El 13 de noviembre la Academia de Bellas Artes otorgó el premio de su concurso a La vida breve.

Etapa parisina

La siguiente etapa de su formación tuvo lugar en Francia. En 1907 se afincó en París, por consejo de Joaquín Turina y Víctor Mirecki Larramat, y allí entró en relación con Claude Debussy, Maurice Ravel, Paul Dukas, Isaac Albéniz y Pablo Picasso. Es difícil saber qué experiencia vívida puede cambiar el rumbo de una sensibilidad artística creadora pero la relación que Falla mantuvo con estos músicos en París influyó de manera determinante en su música posterior. Por ejemplo, Debussy quien había oído y admiraba el arte flamenco de España, le aconsejó que tomara esta música como fuente de inspiración; consejo que el español debió tener en cuenta en obras como Noches en los jardines de España, en que el impresionismo contemporáneo se utiliza casi como soporte para armonías, ritmos y sonoridades flamencas.
En 1914 compuso las Siete canciones populares españolas. Tras el inicio de la Primera Guerra Mundial, Falla regresó a su país natal y fijó su residencia de nuevo en Madrid. El 14 de noviembre se representó La vida breve en el Teatro de la Zarzuela.

Vuelta a Madrid



El 15 de enero de 1915, Joaquín Turina y Manuel de Falla fueron homenajeados por el Ateneo de Madrid. En dicho homenaje se estrenaron las Siete canciones populares españolas, interpretadas por la soprano Luisa Vela y acompañada al piano por el propio Falla. 

Etapa granadina

El 4 de enero de 1920, tuvo lugar el estreno en París de Noches en los jardines de España, y ese mismo mes, los Ballets Rusos realizaron una exitosa representación de El sombrero de tres picos en el Théâtre National de l'Opéra de París. El 8 de febrero, Arthur Rubinstein estrenó en Nueva York la Fantasia Baetica. En esa época, Falla estuvo muy vinculado con la vida cultural de la ciudad andaluza y frecuentó las amistades de personajes como Miguel Cerón, Fernando de los Ríos, Hermenegildo Lanz, Manuel Ángeles Ortiz y, sobre todo, Federico García Lorca.
A comienzos de 1922, realizó un viaje durante la Semana Santa de Sevilla, durante el cual conoció a Segismundo Romero y a Eduardo Torres, con los que en un futuro colaboraría para formar la Orquesta Bética de Cámara y que finalmente se presentaría el 11 de junio en 1924 con un concierto en el sevillano Teatro Llorens. Se unió a Miguel Cerón, Federico García Lorca, Hermenegildo Lanz y otros miembros de la "tertulia del Rinconcillo", para celebrar un concurso de cante jondo a fin de rescatar el "canto primitivo andaluz".

El 20 de noviembre, la Orquesta Bética interpretó la revisión orquestal realizada por Falla de la obertura de El barbero de Sevilla de Gioachino Rossini en el Teatro San Fernando de Sevilla, dirigida por su discípulo Ernesto Halffter.

Los homenajes continuaron en 1927,. Anteriormente, los días 8 y 9 de febrero, se realizaron sendos conciertos de la Orquesta Bética de Cámara en el Coliseo Olympia de Granada, dirigidos por Ernesto Halffter y el propio Falla, respectivamente. En Barcelona, el 17 de marzo tuvo lugar el "Festival Falla", que contó con la presencia del compositor. El mes siguiente, Falla se unió al homenaje que el Ateneo de Granada rindió al compositor alemán Ludwig van Beethoven.

En 1931 realizó su última visita a Londres para dirigir El retablo de maese Pedro en una retransmisión de la BBC. El 14 de mayo, un mes después de la proclamación de la Segunda República en España, escribió junto con otros amigos granadinos, al presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, y a su amigo Fernando de los Ríos, ministro de Justicia, para pedirles que tomaran las medidas oportunas para detener la quema y saqueo de iglesias, así como el creciente proceso de "desevangelización" de España. Ese mismo año fue designado vocal de la recién creada Junta Nacional de Música.
En 1937, colabora con José María Pemán en un Himno marcial para las fuerzas franquistas. Para ello, Falla arregla y adapta el "Canto de los Almogávares", de Los Pirineos de Felipe Pedrell, con letra nueva de José María Pemán.

Exilio en Argentina y fallecimiento

El 28 de septiembre de 1939, después de la Guerra Civil Española y ya comenzada la Segunda Guerra Mundial, Manuel de Falla se exilió en Argentina, a pesar de los intentos de los gobiernos del general Francisco Franco, que le ofrecían una pensión si regresaba a España. Fue nombrado Caballero, con el grado de Gran Cruz, de la Orden de Alfonso X el Sabio en 1940.Vivió en su exilio argentino gracias a la ayuda de algunos mecenas, y lo hizo de forma tranquila en una casa en las sierras, donde su hermana cuidaba de él, ya que casi siempre estaba enfermo. Finalmente, falleció el 14 de noviembre de 1946 tras sufrir una parada cardiorrespiratoria justo dos días después de que se despidiera de él una de las sus colaboradoras predilectas y gran amiga, la cantante Conxita Badía, que se volvía del exilio. "Debe de ser el destino", le dice ella antes de irse. "Al destino no hay que provocarlo", le replica Falla. "Yo seguiré viviendo aquí o en cualquier parte de América. Adiós, Conchita. Hasta que volvamos a vernos. Y si no, en lo eterno". Con su muerte, no pudo culminar su última obra. La tarea de finalizarla, según los esbozos dejados por el maestro, correspondió a su discípulo Ernesto Halffter.Sus restos fueron trasladados desde Buenos Aires, hasta su tierra natal, Cádiz, a bordo del minador Marte. En Cádiz fueron recibidos por su familia, José María Pemán y diferentes autoridades eclesiásticas, civiles y militares, entre las que se encontraba el Ministro de Justicia, Raimundo Fernández-Cuesta, en representación del Jefe del Estado, Francisco Franco. El cortejo fúnebre se dirigió del muelle a la Catedral de Santa Cruz de Cádiz, donde se celebró un solemne funeral. Con autorización expresa del papa Pío XII, los restos fueron enterrados en la cripta de la catedral, donde se encuentran actualmente junto a los de José María Pemán.

martes, 27 de noviembre de 2012

LA MÚSICA BARROCA


La música barroca from Francisco Javier Sariot Marquina

En esta presentación tenemos perfectamente contextualizado y con ejemplos la música barroca y sus características. Una guía formidable para comenzar a hablar del Barroco y su música.

ANÉCDOTAS SOBRE J. S. BACH


En la Pequeña Crónica de Ana Magdalena Bach hay una simpática anécdota referente a las enormes dotes de improvisación y lectura a primera vista de Johann Sebastian. El gran maestro había dado a entender en muchas ocasiones que todo buen músico debe interpretar a primera vista cualquier clase de música. Su colega de Weimar, el organista municipal Sr. Walther, meditaba la forma de tenderle una trampa, para después reirse los dos de la broma. Sebastián almorzaba algunas veces en casa de Walther y, una de ellas, mientras esperaban que les sirvieran la comida, Sebastian se dirigió al clave, vio allí una partitura y, naturalmente, se puso a descifrarla. Pero no había avanzado mucho cuando llegó a ciertas notas que le hicieron tropezar y, muy sorprendido (pues no estaba acostumbrado a tropezar ante ninguna música, por complicada que fuese), repitió la pieza desde el principio y tuvo que detenerse en el mismo punto. En alquel momento, el Sr. Walther, que había estado escuchando tras la puerta entreabierta, no pudo contener la risa. Sebastian se levantó de un salto y dijo, un poco avergonzado: "Aún no ha nacido el hombre capaz de tocarlo todo a primera vista. Este pasaje es imposible". En años posteriores contaba con frecuencia esta anécdota, para animar a discípulos tímidos.

Durante la época de Weimar, Bach llegó a ser un maestro insuperable del órgano. Inventó incluso una nueva forma de colocar y mover la mano, mucho más cómoda. Su fama había llegado a Dresde. Fue en esta ciudad donde se presentó en aquella época un famoso músico francés, Jean Louis Marchand, hombre muy capaz pero a la vez muy vanidoso, y anunció que estaba dispuesto a competir con todos los músicos del país, sobre los que esperaba demostrar su superioridad. Esta forma de actuar no despertaba el interés de Johann Sebastian pero algunos músicos alemanes se sintieron ofendidos por el presuntuoso desafío del francés y le agobiaron a súplicas para que defendiese la música alemana y se midiese con él. Vacilante y a disgustó se dejó convencer y acabó por aceptar el reto de Marchand. El encuentro debía celebrarse en casa del conde Flemming. Acudieron muchas damas y caballeros de la corte. Bach entró tranquilo como siempre dispuesto a someterse a cualquier prueba musical que le propusiera el francés. Pero aquel señor extranjero se hacía esperar y no hubo más remedio que mandar, al cabo de un rato, a un lacayo a su casa, para buscarlo. Pronto regresó el criado con la noticia de que el monsieurse había ausentado de Dresde aquella misma mañana en una silla de posta especial. Se sospechó que había tenido ocasión de oír tocar a Sebastian sin ser visto y reconocería en él a un hombre con el que no podía competir, llegando a la conclusión de que lo más conveniente para su fama era no acudir al concurso.

Bach era un gran admirador de George Frederich Haendel. Pasaba horas enteras copiando sus partituras. En Leipzig dirigió la ejecución de la cantata de Haendel sobre la Pasión de Nuestro Señor. Ambos habían nacido en Sajonia y en el mismo año. Johann tenía la sensación de que fuera de la música existía un lazo entre ellos e intentó en varias ocasiones encontrarse con Haendel, aunque jamás fue posible. En cierta ocasión se desplazó desde Cöethen hasta Halle pero llegó al anochecer, cuando Haendel ya había partido. Lo mismo ocurrió un par de veces más. Haendel era un músico suficientemente grande para reconocer la importancia de las obras de Sebastian, aunque la fama de éste quedaba limitada a Alemania, mientras que su nombre sonaba hasta en Italia e Inglaterra. Pero es que Haendel buscaba al público, viajaba mucho y ganó gran cantidad de dinero, mientras que Sebastian huía del ruido y del mundo y se dedicaba al trabajo tranquilo y silencioso en el seno de la familia.

La generosidad de Johann Sebastian Bach para con los otros músicos era sobradamente conocida. En cierta ocasión, estando en Erfurt, oyó hablar mal de J.L. Marchand, y contuvo las críticas con estas palabras: "Os voy a enseñar lo hermosas que son sus suites para clave, que tanto despreciáis". Se sentó al clavicordio y supo elegirlas y tocarlas con tanta delicadeza, que parecieron muy superiores a lo que realmente eran.

SALAS DE ÓPERA Y CONCIERTO DEL MUNDO


Hay lugares mágicos en el mundo y que no entran precisamente en el las grandes listas de las maravillas ni de los lugares que "uno no debe dejar de ver antes de morir".
Estos sitios imprescindibles para todos los que amamos la música son las salas de concierto o teatros de la ópera de alrededor del mundo.
Desde que la ópera surge y el hombre decide disfrutar de la música como espectáculo se construye y diseña con este esplendor y magestuosidad. Las grandes catedrales de la música.
De todos sólo he estado en uno. Espero poder ir visitándolos todos poco a poco, aunque sea humíldemente desde el patio de butacas. 

domingo, 29 de abril de 2012

¿ERA ESPAÑOL BEETHOVEN?

Ludwig  van Beethoven nació en Bonn en 1770, así que hoy sería "alemán". Lo que mucha gente no sabe es que su abuela paterna (la madre de su padre) era de ascendencia española. Se llamaba María Josefa Poll. Y, por tanto, también su padre era medio española.
La sordera total que Beethoven sufrió a partir de los cuarenta años no le impidió componer alguna de sus mejores obras, como la inmensa Novena sinfonía, "la coral"

LOS NOMBRES DE LAS NOTAS

 Como ya hemos visto, los nombres de las notas los puso Guido de Arezzo. Para ello, echó mano de un himno a San Juan Bautist, patrono de los músicos.
La música de ese himno iba subiendo de verso en verso, de modo que el primero ("UT queant laxis") comenzaba con la nota que hoy conocemos como DO, el segundo, con un RE..., y así sucesivamente.
El SI se formó con la primera letra de San y de Juan.
La primera nota, UT, como era muy difícil de pronunciar, se cambió más tarde por el DO, aunque en algunos sitios se siguió utilizando.
En otros países -por ejemplo, en Alemania- nunca se aceptó la denominación de Guido, y se usan aún hoy letras del alfabeto: el LA se dice A, el SI, B, etc.
Nota Texto original en latín Traducción
Ut - Do
Re Mi Fa Sol La Si
Ut queant laxis Resonare fibris Mira gestorum Famuli tuorum Solve polluti Labii reatum Sancte Ioannes.
Para que puedan exaltar a pleno pulmón las maravillas estos siervos tuyos perdona la falta de nuestros labios impuros San Juan.

¿DE DÓNDE VIENE EL DO?

¿Por qué, cuando se quiso cambiar el nombre de la nota "UT" se eligió DO y no, por ejemplo, PUF? Pues porque un astuto músico italiano, llamado Doni, decidió ponerle a esa nota la mitad de su apellido. Esto ocurrió en el siglo XVII... y dura todavía.