Infancia y juventud
Manuel María de los Dolores Falla y Matheu nació el 23 de noviembre de 1876 en el domicilio familiar de la Plaza de Mina número 3 en Cádiz, hijo de José María Falla y Franco y de María Jesús Matheu y Zabala. Recibió sus primeras lecciones de solfeo de mano de su madre, intérprete de piano,
y su abuelo. A los 9 años de edad continuó sus estudios musicales con
una profesora de piano llamada Eloísa Galluzo. Además su nodriza le
enseñó nanas y canciones populares que dejaron huella en él. En 1889 prosiguió sus estudios de piano con Alejandro Odero. A los quince años sus intereses eran principalmente la literatura y el periodismo. Con un grupo de amigos fundó la revista literaria "El Burlón" y en 1890 participó en una segunda titulada "El Cascabel", que terminó dirigiendo.
Traslado a Madrid
A partir de 1896 comenzó a viajar a Madrid, donde asistió al Real Conservatorio de Música y Declamación. Ese mismo año se trasladó definitivamente a Madrid,
donde al año siguiente finalizó con honores sus estudios en el
Conservatorio. En 1899
terminó los estudios oficiales en la Escuela Nacional de Música y
Declamación y obtuvo, por unanimidad, el primer premio de piano de dicho
centro. Por esa época, el joven músico añadió el "de" a su apellido, con el que sería conocido.
Debido a la precaria situación económica de la familia, comenzó a impartir clases de piano.En 1901 conoció a Felipe Pedrell, quien tendría notable influencia en su posterior carrera ya que despertó en él el interés por el flamenco y, en especial, por el cante jondo.
Los años de estudio en la capital española culminaron con la composición, en 1904, de la ópera La vida breve, en colaboración con Carlos Fernández Shaw, que se hizo acreedora del primer premio de un concurso convocado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Aunque las bases del concurso estipulaban que el trabajo ganador debía representarse en el Teatro Real de Madrid, Falla hubo de esperar ocho años para dar a conocer su partitura, no en Madrid sino en Niza (Francia).
El 13 de noviembre la Academia de Bellas Artes otorgó el premio de su concurso a La vida breve.
Etapa parisina
La siguiente etapa de su formación tuvo lugar en Francia. En 1907 se afincó en París, por consejo de Joaquín Turina y Víctor Mirecki Larramat, y allí entró en relación con Claude Debussy, Maurice Ravel, Paul Dukas, Isaac Albéniz y Pablo Picasso.
Es difícil saber qué experiencia vívida puede cambiar el rumbo de una
sensibilidad artística creadora pero la relación que Falla mantuvo con
estos músicos en París influyó de manera determinante en su música
posterior. Por ejemplo, Debussy quien había oído y admiraba el arte flamenco
de España, le aconsejó que tomara esta música como fuente de
inspiración; consejo que el español debió tener en cuenta en obras como Noches en los jardines de España, en que el impresionismo contemporáneo se utiliza casi como soporte para armonías, ritmos y sonoridades flamencas.
En 1914 compuso las Siete canciones populares españolas. Tras el inicio de la Primera Guerra Mundial, Falla regresó a su país natal y fijó su residencia de nuevo en Madrid. El 14 de noviembre se representó La vida breve en el Teatro de la Zarzuela.
Vuelta a Madrid
El 15 de enero de 1915, Joaquín Turina y Manuel de Falla fueron homenajeados por el Ateneo de Madrid. En dicho homenaje se estrenaron las Siete canciones populares españolas, interpretadas por la soprano Luisa Vela y acompañada al piano por el propio Falla.
Etapa granadina
El 4 de enero de 1920, tuvo lugar el estreno en París de Noches en los jardines de España, y ese mismo mes, los Ballets Rusos realizaron una exitosa representación de El sombrero de tres picos en el Théâtre National de l'Opéra de París. El 8 de febrero, Arthur Rubinstein estrenó en Nueva York la Fantasia Baetica. En esa época, Falla
estuvo muy vinculado con la vida cultural de la ciudad andaluza y
frecuentó las amistades de personajes como Miguel Cerón, Fernando de los Ríos, Hermenegildo Lanz, Manuel Ángeles Ortiz y, sobre todo, Federico García Lorca.
A comienzos de 1922, realizó un viaje durante la Semana Santa de Sevilla, durante el cual conoció a Segismundo Romero y a Eduardo Torres, con los que en un futuro colaboraría para formar la Orquesta Bética de Cámara y que finalmente se presentaría el 11 de junio en 1924
con un concierto en el sevillano Teatro Llorens. Se unió a Miguel
Cerón, Federico García Lorca, Hermenegildo Lanz y otros miembros de la
"tertulia del Rinconcillo", para celebrar un concurso de cante jondo a fin de rescatar el "canto primitivo andaluz".
El 20 de noviembre, la Orquesta Bética interpretó la revisión orquestal realizada por Falla de la obertura de El barbero de Sevilla de Gioachino Rossini en el Teatro San Fernando de Sevilla, dirigida por su discípulo Ernesto Halffter.
Los homenajes continuaron en 1927,. Anteriormente, los días 8 y 9 de febrero,
se realizaron sendos conciertos de la Orquesta Bética de Cámara en el
Coliseo Olympia de Granada, dirigidos por Ernesto Halffter y el propio
Falla, respectivamente. En Barcelona, el 17 de marzo
tuvo lugar el "Festival Falla", que contó con la presencia del
compositor. El mes siguiente, Falla se unió al homenaje que el Ateneo de
Granada rindió al compositor alemán Ludwig van Beethoven.
En 1931 realizó su última visita a Londres para dirigir El retablo de maese Pedro en una retransmisión de la BBC. El 14 de mayo, un mes después de la proclamación de la Segunda República en España, escribió junto con otros amigos granadinos, al presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora,
y a su amigo Fernando de los Ríos, ministro de Justicia, para pedirles
que tomaran las medidas oportunas para detener la quema y saqueo de
iglesias, así como el creciente proceso de "desevangelización" de
España. Ese mismo año fue designado vocal de la recién creada Junta
Nacional de Música.
En 1937, colabora con José María Pemán en un Himno marcial para las fuerzas franquistas. Para ello, Falla arregla y adapta el "Canto de los Almogávares", de Los Pirineos de Felipe Pedrell, con letra nueva de José María Pemán.
Exilio en Argentina y fallecimiento
El 28 de septiembre de 1939, después de la Guerra Civil Española y ya comenzada la Segunda Guerra Mundial, Manuel de Falla se exilió en Argentina, a pesar de los intentos de los gobiernos del general Francisco Franco, que le ofrecían una pensión si regresaba a España. Fue nombrado Caballero, con el grado de Gran Cruz, de la Orden de Alfonso X el Sabio en 1940.Vivió en su exilio argentino gracias a la ayuda de algunos mecenas,
y lo hizo de forma tranquila en una casa
en las sierras, donde su hermana cuidaba de él, ya que casi siempre
estaba enfermo. Finalmente, falleció el 14 de noviembre de 1946 tras sufrir una parada cardiorrespiratoria justo dos días después de que se despidiera de él una de las sus colaboradoras predilectas y gran amiga, la cantante Conxita Badía, que se volvía del exilio. "Debe de ser el destino", le dice ella antes de irse. "Al destino no hay que provocarlo", le replica Falla. "Yo seguiré viviendo aquí o en cualquier parte de América. Adiós, Conchita. Hasta que volvamos a vernos. Y si no, en lo eterno". Con su muerte, no pudo culminar su última obra. La tarea de
finalizarla, según los esbozos dejados por el maestro, correspondió a su
discípulo Ernesto Halffter.Sus restos fueron trasladados desde Buenos Aires, hasta su tierra natal, Cádiz, a bordo del minador Marte. En Cádiz fueron recibidos por su familia, José María Pemán y diferentes autoridades eclesiásticas, civiles y militares, entre las que se encontraba el Ministro de Justicia, Raimundo Fernández-Cuesta, en representación del Jefe del Estado, Francisco Franco. El cortejo fúnebre se dirigió del muelle a la Catedral de Santa Cruz de Cádiz, donde se celebró un solemne funeral. Con autorización expresa del papa Pío XII, los restos fueron enterrados en la cripta de la catedral, donde se encuentran actualmente junto a los de José María Pemán.